De masacres
en masacres, de torturas en torturas.
Lo que
estamos presenciando con las torturas, los asesinatos en cárceles, la represión
y la saña con que actúa el estado burgués venezolano no es nuevo. Ya en tiempos
del bipartidismo el pueblo venezolano ha sufrido estas conductas propias del
terrorismo de estado. La diferencia estriba en que antes se cometían en nombre
de la democracia y ahora se hacen en nombre del "socialismo", cuando
en el fondo el chavismo no es más que *"socialismo de palabra, capitalismo
en los hechos"*, es decir, *revisionismo*. Desde el punto de vista de
clase son los mismos actores. Es la misma dominación capitalista y en eso
debemos estar claros. Pondré a continuación un artículo del camarada Gabriel
Puerta, nuestro Secretario General, sobre la *Masacre de Cantaura*. Fue escrito
desde el Cuartel San Carlos, pues Gabriel había sido detenido meses antes de
esa masacre.
En el artículo podrán evidenciar cómo se comportó el estado
burgués venezolano en tiempos del bipartidismo. En *La Masacre de Cantaura*, en
la cual participó, por cierto, el piloto Roger Cordero Lara, militar de la
aviación protegido por Chávez, quien fue electo como diputado en la AN en un par de ocasiones en la listas del PSUV,
se resume la esencia del estado burgués y como se comporta frente a su enemigo
de clase.
*Ocurrió
cerca de Cantaura, por Gabriel Puerta Aponte*
A cuatro
años de los sucesos donde perdieron la vida 23 revolucionarios, aún persisten
al lado de algunas interrogantes, consideraciones distintas sobre los hechos
acaecidos y sobre sus causas y consecuencias. Por ser acontecimientos
recientes, es difícil, que la practica termine de brindar la demostración
fehaciente de la razón histórica de esa contienda: mientras, cada parte la
reclama para sí, unos en la idea de que perdura la versión oficial, y ortos en
la esperanza de que algún día se impondrá la verdad.
*Cuando fue
roto el silencio*
A las cinco
y media da la mañana es la hora de la “diana” en la guerrilla. A partir de esa
vos se dispone de cinco minutos para levantarse, recoger carpa y hamaca y
ordenar el morral. En aquel amanecer del lunes cuatro de octubre de 1982 esa
rutina solo debió ser distinta para algunos pocos: para los que estaban
preocupados por una serie de elementos que dejaban la sensación de la
inminencia de un ataque enemigo. Se había cruzado palabras, a veces no en el
mejor de los tonos, acerca de esta posibilidad. La misma noche anterior se
habían presentado algunos hechos extraños que venían agregarse a otros
sucedidos en la misma zona. No obstante manifestaciones y las divergencias que
sobre su valorización se presentaban en la Comandancia del Frente Américo
Silva, se dejó la discusión para más tarde. La patrulla de reconocimiento, que
circunda al campamento en función de detectar la presencia enemiga, salió
después de la “diana”, como es costumbre. Se encendió fuego para preparar el
café. Todo –o casi todos- los dirigentes del frente estaban alrededor del fogón
junto a varios combatientes.
Cuando uno
de los miembros de la Comandancia –uno de los dos que se mantenía inquieto por
la situación – llamaba la atención por la concentración alrededor del fogón
que, violaba las normas establecidas, se sintió el ruido de los aviones. Venían
en dirección de la población de Cantaura y ataque. Primero fue un disparo y la
orden imperativa del comandante Roberto Rincón Cabrera: ¡Apaguen la candela! Y
Enrique Márquez Velásquez, el Segundo Comandante, más conocido como Florencio,
gritando: ¡A las posiciones! Después, inmediatamente después, los dos
“Camberras” lanzan sus bombas mientras los dos “Broncos” ametrallan. Dan tres
pasadas de fuego. El primer disparo pega muy carca del fogón, evidentemente
orientado por la candela o pro el humo. Los cinco cohetes y el fuego de
metralla caen sobre los diversos sectores del campamento. Seis guerrilleros son
heridos. No hubo muertos. Mas por la casualidad y por la cobertura que busca el
personal que por la intención de los atacantes.
Las bombas,
que con su estruendo habían roto el amplio silencio en ese pedazo de llano
oriental desmienten también la divulgada versión del General Vicente Narváez
Churión, Ministro de la Defensa para ese entonces y hoy fugitivo de la justicia
militar que lo juzga por peculado, quien afirmaba que las bombas no se habían
apuntado al campamento sino a sus contornos, y que la prueba era que ellas no
habían causado daño alguno: que el ataque da la aviación tenía un propósito
disuasivo y destructivo. Pero no tan solo lo desmienten las bombas presentes en
esa acción militar que la caracterizan como una “masacre” tal como fue
denominada desde un primer momento por todas las fuerzas populares y
progresista.
Para avalar
esa afirmación oficial, habría que pensar que se hizo presente la mala puntería
del equipo atacante, que apuntado para no dar en el campamento termino por
colocar sus bombas justamente dentro de él. Pero esto no es fácil concebirlo
por la cantidad de puntos de referencia que servían para ubicar con precisión
este campamento, que estaba situado a unos diez minutos a pie de la carretera
nacional que comunica a Cantaura con El Tigre, que estaba al frente de donde
esta carretera se entronca con la que va a Campo Mata, sitio conocido como el
Crucero da Mata, que estaba demarcado por carreteras y por picas de
penetración, y que, por si esto fuera poco, podía ser precisada fácilmente
desde el aire por la candela y el humo que a esa hora provoca la cocina
guerrillera alimentada a leña.
*La
retirada*
La sorpresa
del ataque aéreo y los seis heridos generaron una desorganización de las
fuerzas guerrilleras. Se buscaban sitios para protegerse, y esto había que
lograrlo basándose únicamente en los accidentes del terreno y en la cobertura
que daban los árboles, y un tanto ralos.
En esas
condiciones, y sin una valoración más detallada de lo que se proponía el
enemigo, se inicia la retirada. La conjetura elemental es que se trataba de una
operación de cerco en gran escala y que por lo tanto había que actuar con premura
para tratar de romperlo, toda vez que el terreno no era nada favorable. Era una
de fácil penetración, con muchas picas y carreteras internas, con una
vegetación que no favorecía el desplazamiento encubierto. Y con una topografía
desventajosa para la defensa del campamento.
Se lograron
organizar dos columnas con todo el personal. Esto sobre la basa más de las
posiciones en las cuales fueron concentrándose que de una planificación previa.
Estas columnas. Por confusión en la comunicación de las órdenes y por el mismo
apresuramiento con que se emprende la retirada, parten en direcciones
distintas, quedando definitivamente separadas.
Una de las
columnas dirige su marcha hacia la zona de la carretera nacional. Al trente de
ella van la mayoría de los miembros de la Comandancia. Rápidamente entran en
contacto con el enemigo que los somete a nutrido fuego. El estruendo y la
dirección de los disparos sirvieron para indicar a los de la otra columna que
tendrían que actuar independientemente. A partir de allí los combates irían a
sucederse en dos direcciones contrarias.
Durante todo
el resto del día se producen diversos choques entre la guerrilla y las fuerzas
gubernamentales. Inclusive al otro día aun ocurren otros enfrentamientos.
De la
columna que se dirige a la carretera, comandada por Roberto Rincón Cabrera,
Enrique Márquez Velásquez y Emperatriz Guzmán Cordero, y Fanny Alfonzo Salazar,
que eran miembros del Comité Político de Bandera Roja correspondiente al frente
guerrillero, no queda ningún sobreviviente. Pero reconstruir lo sucedido en ese
lado ha habido que apelar a las deducciones que pueden hacerse en base al
conjunto de hechos presentes, así como a las informaciones oficiales y a las
que de manera directa y no oficial se han podido obtener del personal militar
participante en esa zona de la operación. De allí se desprende que esta columna
intento romper el cerco por la zona donde esta era más fuerte, por donde
estaban apostados el mayor número de las fuerzas gubernamentales. Se desprende
también que los guerrilleros organizaron en medio del combate varios
contraataques tratando de abrir una brecha que les permitiera salir del cerco.
En estos intentos cayeron varios guerrilleros: unos heridos y otros muertos.
Entre los heridos los había de distinta gravedad. Tuve la información de que
varios de estos heridos fueron rematados. Pero por sobre la información había
los cadáveres: once de ellos con tiros en la nuca. Esos tiros desmienten
irrefutablemente la versión oficial que sustenta que todos los que murieron lo
hicieron con un fusil en la mano, que murieron combatiendo. La verdad es que
muchos murieron fuera del combate, cuando ya no estaban en condiciones para
sostener el combate. Esta es la dura verdad.
Conocemos de
buena fuente que Enrique Márquez Velásquez estando herido logro disparar contra
el inspector de la DISIP Antonio José Lira García que junto con grupo de
funcionarios trataban de darle cacería, acto seguido, fue alcanzado por los
disparos y al ser herido perdió el arma. Muy cerca de él –dice la misma fuente-
cayo María Luisa Arranz, con una herida no mortal, y al igual que Enrique fue
rematada. María Luisa había perdido su fusil cuando el bombardeo y estaba
vestida de civil, como esta igualmente vestido casi la mitad de los
guerrilleros muertos. Aunque el General Murga Cabrices dijera lo contrario. En
Cantaura privó la intención de masacrar, de exterminar. Fue el clásico
terrorismo de estado. El mismo que se hizo presente en Turen cuando la
dictadura de Pérez Jiménez, y el mimo que nuevamente se hizo presente en Yumare
durante la actual presidencia de Jaime Lusinchi.
*Una
masacre*
Lo ocurrido
en Cantaura fue una masacre. Así lo atestiguan la superioridad de medios de
combate puestos en juego por las fuerzas gubernamentales con el claro propósito
de lograr el exterminio da la guerrilla. Las cosas fueron meticulosamente
preparadas y las órdenes muy ciaras. Es más Luciano Valero, en funciones de
Ministro de Relaciones Interiores, había dicho poco antes de estos sucesos que
todas las fuerzas militares y policiales se emplearían a fondo para lograr el
exterminio de la guerrilla. El que después de los acontecimientos el dijera, al
igual que Herrera Campins y que todos los otros funcionarios que declararon al
respecto, que sentían la muerte de jóvenes que bien podían ser útiles a la
patria, no es más que hipocresía, acompañada, claro está, de una fuerte dosis
de terrorismo macabro. No otra cosa dice la repetición orquestada de que esa
sería la suerte de quienes osaran enfrentarse a la sacrosanta democracia del
capitalismo dependiente. No otra cosa dice la reiteración de que esta derrota
de las fuerzas revolucionarias era una reivindicación más da la lógica que
establece que la guerrilla que fue derrotada ayer, qué fue derrotada hoy, será
derrotada siempre. Precisamente, reivindicar esta lógica y el poderío y
disposición da las fuerzas armadas y policiales, tiene un gran sentido
político, que no es otro que el de negar cualquier posibilidad de triunfo
revolucionario, cualesquiera que sean las circunstancias: de aparentar una
fortaleza que hace invulnerable al estado y que demuestra a las clases en el
poder que la actual forma de gobierno es lo suficiente confiable y eficaz como
para contrarrestar cualquier intento de las fuerzas populares por liberarse de
su dominación.
No se
discute el hecho de que el enfrentamiento ocurrido lo fue entre fuerzas
guerrilleras revolucionarias y fuerzas gubernamentales. No nos contamos entre
quienes, por diversas razones, justificables o no, han dicho otra cosa.
Conocemos de las intimidades de estos procesos y sabemos da la inevitabilidad
de las muertes en combate, por tanto, la caracterización de masacre la ubicamos
en los elementos señalados, que se podrán ver más claramente en el desarrollo
que sigue de estos acontecimientos, donde es posible contraponer disposiciones
diferentes. Dos orientaciones diametralmente opuestas.
*Rompiendo
el cerco*
La otra
columna guerrillera, la que trata de romper por zona distinta a la carretera,
tiene mejor suerte. La mayoría de estos guerrilleros logra romper las líneas
enemigas. Evidenciando así que ese era el lado más débil del cerco. Unos diez
enfrentamientos se dan entre la columna y las fuerzas enemigas. Muy cerca del
campamento se da el primer encuentro cuando trataron de pasar lo que era el
primer anillo de un cerco dispuesto en forma de media luna y conformado por una
serie de puntos fuertes que operaban a manera de emboscadas. Allí al tratar de
pasar una alambrada iría a caer Antonio Echegarreta, que fue uno de los
primeros heridos por los explosivos lanzados por la aviación. Pero ya los
cuatro guerrilleros que iban en la vanguardia de esta columna habían superado
el primer anillo el cerco. Muy cerca de allí se intenta nuevamente romper para
abrir paso al resto da la columna. En este intento caen tres guerrilleros. El
resto logra pasar la línea enemiga. Salvo dos combatientes que quedan en
situación comprometida y no les queda otra alternativa que ocultarse,
permaneciendo dentro del cerco unos dos días y el otro tres. Posteriormente uno
de ellos testimonia que vio cuando la tropa llego donde estaban los tres
guerrilleros caídos y le dispararon una ráfaga a uno de ellos. El otro dice que
oyó cuando capturaron a Mauricio Tejada, nacido en Colombia, que oyó cuando le
decían que era colombiano. Después dos tiros. ¡y a la lista de muertos!
Esta columna
que se fracciono en su primer intento por salir del cerco, iría a dividirse
nuevamente en otros combates que hubo de librar. Inclusive hubo quien quedo
solo, y solo tuvo que enfrentase a la tropa y solo tuvo que salir del cerco y
buscar los puntos de reencuentro.
Al amanecer
del martes uno de los grupos de esta columna chocó con una unidad del ejército
que conformaba una de los anillos del cerco más alejados del campamento. Allí
capturan a cuatro soldados y matan al Capitán Jesús Ávila Paolini que comandaba
el grupo y que se resistió e intento desarmar a uno de los guerrilleros que
–como dijeran voceros oficiales- iba armado solo con un revolver viejo, además,
iba herido. Los soldados fueron desarmados al ver otro grupo de efectivos que
venían en su auxilio fueron puestos en fuga. A los prisioneros se les retuvo
hasta tanto los guerrilleros lograban alejarse del lugar. Después fueron
puestos en libertad. Una actitud sin duda contrastante: con toda la
inferioridad en ese combate, la guerrilla logra apuntar a cuatro soldados y los
libera sanos y salvos, mientras que las fuerzas gubernamentales no tomaron ni
un prisionero, ni siquiera heridos, pese a la superioridad y al entrenamiento
que prepara para capturar enemigos en el desarrollo de los combates. Más claras
no pueden ser las cosas. Lo que priva es la decisión de exterminar, de
masacrar, de dar una lección atemorizante, de desestimular, de acobardar. Una
práctica terrorista. El llamado “terrorismo de estado”. El mismo que se hizo
presente en la masacre de Turen cuando el gobierno dictatorial de Marco Pérez
Jiménez. O en la reciente masacre de Yumare. La masacre adeca. Crimen horrendo.
*El de los
muertos*
Las madres
piden a sus muertos, enterrados en fosa común. Apresuradamente. Con el deseo de
esconder las perforaciones delatoras o el tipo de vestimenta de su último
combate. Hubo que presionar. Un fuerte movimiento de opinión que rechazaba los
procedimientos gubernamentales. Exigía explicaciones. Solicitaba entrega de los
cadáveres. El gobierno cede. La evidencia de los tiros de gracia motivó una
extensión de la protesta, desde diferentes posiciones, con diferentes criterios
y argumentaciones, se condenó esta monstruosidad. Este inolvidable crimen.
En nada
quedaron las investigaciones institucionales. Saludos a la bandera propicios
para dar largas a los reclamos. Para buscar el olvido. Para decir que se va a
averiguar lo que ya se conoce. Para calmar tempestades y conjurar peligros. El
congreso. La fiscalía. Los tribunales militares que asumieron el caso, ¿Qué
averiguaron? ¿Qué determinaron? Lo que haya sido, no importa. Nadie es tan
imbécil como para creer que el sistema se va a condenar a sí mismo, que una de
sus instituciones lo va a penalizar. Y así tendría que ser, porque al lado de
las responsabilidades individuales el sistema como tal se unió en su defensa.
Acción Democrática se solidarizó con COPEI que era partido de gobierno. ¡Los
altos mandos militares como un todo apoyan! ¡Apoya Fedecamaras! ¡Apoyan todas
las altas jerarquías de esta sociedad! Algunos solo critican los excesos mas no
la esencia de una conducta, la razón de los procedimientos. La captura –durante
la retirada- de cuatro soldados por parte da la guerrilla y la posterior
liberación –sanos y salvos, de los mismos, evidencia dos actitudes
diametralmente opuestas: la revolucionaria, de respeto a la vida de los
prisioneros, y la reaccionaria, de ningún respeto a prisioneros ya fuera de combate.
*Las fuerzas
atacantes*
La DISIP
bajo la dirección de Remberto Uzcátegui y la DIM jefaturada por el General
Machado Santana, fueron quienes se encargaron da las tareas de inteligencia que
hicieron posible la ubicación de la guerrilla. Ambos cuerpos participarían
también en el operativo concreto. La DISIP lo haría cubriendo con su grupo de
comandos uno de los flancos del cerco. Serian estos los encargados de tomar el
campamento después del ablandamiento de la aviación. Además, actuarían en
labores de apoyo en las aéreas próximas al cerco. Un helicóptero de la DISIP
estuvo junto a los del ejercito desde los primeros momentos de las acciones.
Por su parte la DIM, al igual que todos los cuerpos policiales nacionales y
regionales, asumieron tareas de apoyo.
Los
funcionarios de la DISIP fueron dirigidos en el teatro operativo por Arpad
Bango, subdirector de ese cuerpo. Al frente del grupo de comandos estuvo su
jefe, el comisario General Henry López Sisco, ampliamente conocido por las
denuncias de tortura y de acciones represivas contra los revolucionarios y el
movimiento popular. Posterior a Cantaura participa en la cuestionable muerte de
dos haitianos que estaban negociando para entregar un avión que habían
secuestrado en acción que identificaban como expresión del enfrentamiento a la
dictadura que imperaba en su país. Más recientemente, este año, López Sisco
participa en la escandalosa masacre de Yumare. Un crimen monstruoso preparado
alevosamente para exterminar a un grupo de revolucionarios que se congregaban
para efectuar una reunión. Ni siquiera se trataba de una guerrilla. Apenas
tenían unas pocas y deficientes armas para la protección da la concentración.
*De la base aérea de Barcelona parten los “Broncos” y “Camberras”. También
algunos de los helicópteros que participan.
Los mandos
de las fuerzas Armadas participantes en la operación son: General Vicente
Narváez Churión, Min defensa, que junto con Remberto Uzcátegui y Luciano
Valero, son los artífices del plan, que fue debidamente autorizado por Luis Herrera
Campins. El General Luis Octavio Barrios, comándate general del ejército.
General Arturo Machado Santana, director de la DIM, también fugitivo da la
justicia militar que lo procesó por peculado. Contralmirante Miguel Clemente,
jefe de inteligencia del estado mayor conjunta; General Roberto Zamudio, jefe
de inteligencia del ejército General José Murga Cabrices, comándate de la
Brigada de cazadores acantonada en Maturín, comando el operativo sobre el
terreno; acusado posteriormente de la masacre de La Pica, que se produjo por el
ametrallamiento de los presos políticos recluidos en la cárcel ubicada en esa
localidad, y que deja como saldo la muerte del profesor Oswaldo Arenas y doce
prisioneros heridos de bala. General José Domingo Yépez, comándate de los
cazadores de Buena vita.
Del
Ministerio de Relaciones Interiores asumieron responsabilidades en los hechos
además del ministro, el viceministro Ángel Hernández Ocanto y el gobernador de
Anzoátegui Abdel Muhamad.
Cantaura fue
un duro golpe para las fuerzas revolucionarias, pero una vez más se impone la
lógica de sobreponerse a cada derrota: luchando, ser derrotado, y volver a
luchar. Así hasta la victoria final.
*La
delación*
Una de las
cosas sobre la que más se especuló en los días que siguieron a la masacre fue
sobre la presencia de la delación como causa. Las autoridades dejaban filtrar
la especie. La prensa la divulgaba a gran despliegue. Muchos políticos la
coreaban, les parecía lógica de acuerdo a la experiencia. Solo el señalamiento
sobre la debilidad técnica de los guerrilleros, hacía competencia a veces en
las especulaciones de toda suerte de entendidos de la guerra.
*La verdad
es que las causas que originaron estos hechos no son tan simples, por tanto, no
es fácil explicarlas en pocas líneas. Pero lo que sí es claro es que estas
cosas pudieron ocurrir sin delación alguna. Y aunque no se ha descartado
totalmente la posibilidad de que una delación contribuyera a aportar de talles
finales, lo cierto es que la ubicación de la guerrilla se da por la combinación
de un exigente, costoso y sostenido trabajo de los cuerpos de seguridad del
estado y la violación de normas de seguridad por parte de la guerrilla. En la
base de esto último esta la subestimación del enemigo, que es estimulada por
las acciones exitosas da la guerrilla tanto en el plano defensivo como
ofensivo. Y por la incapacidad de las fuerzas antiguerrilleras demostrada en
sus continuas incursiones. Un espíritu de sobrevaloración de las fuerzas
propias lleva a la guerrilla a ser un tanto liberal en el mantenimiento de la
vigilancia y en la preparación de la defensa. Se cubren medidas se discuten.
Pero de pronto: ¡la confianza y el descuido!
Están
presentes en estas acciones diversos errores militares del FAS. Un campamento
inadecuado, tan inadecuado que el humo de la cocina se podía ver desde la
carretera nacional. Con lomas cercanas que lo dominaban. Demasiado pequeño para
el numero de combatientes allí concentrados. Con un plan de defensa deficiente.
Además, en el combate en sí se cometen también varios errores. El principal es
no haber podido mantener la columna unida para lanzarla a la ruptura del cerco
por el lado más débil. Una da las columnas escoge incorrectamente el punto de
ruptura y la otra comete muchos desaciertos y desaprovecha oportunidades en su
propósito de romper el cerco, lo cual logra, pero al elevado precio de seis
muertos y siete heridos. Pero la principal falla es la que se comete al
permanecer en un campamento inadecuado no obstante al conjunto de indicios que
se presentaron. Hasta la última noche se dieron tal cumulo de anormalidades que
eran suficientes como para ponerse alerta y decidir el cambio de campamento.
*El balance*
Aunque el
propósito de exterminar a la guerrilla no se cumple a cabalidad, esta sufre una
significativa derrota militar que tendría una negativa repercusión política a
mediano plazo. El gobierno al lado del éxito obtendría una fuerte condena que
opacaba un tanto su alegría.
Los sucesos
de Cantaura originan confusión y dudas acerca de la capacidad de las fuerzas
revolucionarias. Los sucesivos golpes recibidos antes y después de Cantaura por
el partid Bandera Roja motivarían no pocas interrogantes. El objetivo político
del gobierno, que no era otro que el de frenar el ascenso que venía
experimentando el movimiento popular y revolucionario, fue logrado en lo
fundamental: Debilitar las fuerzas propias. Los revolucionarios tienen que
invertir un esfuerzo para su recuperación, lo que da tiempo y condiciones a la
burguesía para mantener su clima de conciliación social en el proceso electoral
que se aproximaba, y más allá de él.
Pero aún es
temprano para un balance definitivo. No ha concluido el drama. Apenas hemos
asistido a un episodio más. Y la lógica del pueblo, que es una poderosa lógica,
es la lógica de sobreponerse a cada derrota: de luchar, ser derrotado, y volver
a la luchar, y así hasta la victoria.
Caracas,
octubre de 1986
VIVA EL SOCIALISMO Y EL COMUNISMO.
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